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¿Qué son los Ángeles?

Ángeles

Son un aspecto de nuestra relación con la Fuente que representa la intención total de bondad, pureza y luz.

Ángeles

Los ángeles han sido nuestro vínculo con la Fuente Divina, desde el comienzo de nuestra búsqueda de los misterios de la vida y de la naturaleza de nuestra existencia. Son también un aspecto de nuestra relación con la Fuente que representa la intención total de bondad, pureza y luz. Los ángeles pertenecen a toda la humanidad, no a una religión en particular. Pueden servirnos como agentes de crecimiento personal y de evolución espiritual.

Lo único que necesitan es que les dejes espacio en tu vida para que creen el contexto espiritual en el que desarrollar una capacidad de amar y ser amados. Cuando aceptamos la existencia de los ángeles, nuestra filosofía de vida experimenta un cambio trascendental. Lo que antes creíamos un regalo de la suerte, o de la casualidad, resulta ser un intervención de los mensajeros alados.

Los ángeles se comunican con nosotros de un modo directo, no verbal. Pueden hablarnos de dos maneras: desde fuera por medio de señales que hemos de ser capaces de interpretar, o desde dentro, a través de la voz interior. Sus palabras no se entienden con la cabeza sino con el corazón. No se razonan, se sienten. Cuando nos abrimos a la presencia angélica, y nos abandonamos a ella, nuestra inteligencia parece amplificarse en varias dimensiones.

Cuando conectamos con nuestro Ángel Guardián, en realidad estamos conectando con lo más íntimo y maravilloso de nuestro ser.

La creencia en los ángeles es claramente una elección personal. Habitan en el reino de lo invisible. Sus acciones, sin embargo, se experimentan en forma de energía que se manifiesta físicamente y se expresa como una realidad viviente. Cuando un coche evita golpear a un niño en el último instante, o la ayuda para un problema surge de pronto de la nada, estamos teniendo que ver con lo angélico.

Cuanto más puedas abrirte a experimentar con los ángeles en tu vida, más te familiarizaras con ellos. Los ángeles nos piden desarrollar nuestros dones intuitivos de modo que podamos entender mejor lo que esperan enseñarnos. Confía en que conforme tu fe en los ángeles se expanda, ellos te ayudarán a alcanzar niveles más elevados de amor y gozo.

El cielo de la forma:

Es el primero de los tres niveles del Cielo, y los ángeles de este dominio, los Arcángeles, Guardianes y Príncipes Angélicos, son los más próximos a la humanidad. Son nuestro contacto primario con los dominios angélicos, y nos ofrecen asistencia tanto personal como transpersonal para traer orden y felicidad a nuestras vidas.

Su propósito es ayudarnos a comprender que la Divinidad se halla en cada uno de nosotros y en todo lo que nos rodea. Proporcionan el espíritu de amor y protección que es vital para la alimentación de nuestras almas en este plano terrenal.

Arcángeles:

Los Arcángeles son mensajeros enviados por la Divinidad a los hombres. Ofrecen sustento e inspiración espirituales. Nos proporcionan revelación y nos suministran todas las herramientas necesarias para nuestro desarrollo espiritual. Nos ofrecen la cualidad más elevada de ayuda y amor celestiales que podamos usar en nuestras vidas diarias.

Se nos da su luz y fuerza para guiarnos de vuelta al poder de nuestro interior, a través del cual podemos convertirnos en cocreadores del universo junto con la Fuente. Son, en efecto, protectores de la humanidad y tienen funciones específicas que ayudan al espíritu colectivo y universal de la raza humana.

Debido a su capacidad de penetrar la sustancia material, los Arcángeles transforman la energía terrestre y nos recuerdan las limitaciones de nuestras pequeñas mentes. Nos muestran la realidad sin límites de la Divinidad. Cuando aceptamos su presencia, estamos invitando a los milagros a que entren en nuestras vidas. A lo largo de las edades la gente se ha vuelto hacia los Arcángeles en busca se socorro y apoyo. Una antigua oración judía invoca su ayuda:

A Dios Todopoderoso,
Señor de Israel,
Que Miguel esté a mi derecha,
Gabriel a mi izquierda,
Rafael delante de mí y
Detrás de mí Uriel,
Y por encima de mí la Divina Presencia de Dios.

Ángeles Guardianes:

Mientras que los Arcángeles reinan sobre toda la humanidad, los Ángeles Guardianes se unen a individuos. Son los Ángeles Guardianes quienes vigilan el crecimiento espiritual de los individuos a lo largo de sus vidas, y protegen y defienden sus almas. Cada ángel puede haber estado con un alma concreta durante muchas vidas, ayudando a ese individuo a reunir las lecciones de cada vida hasta que, finalmente, sabe que es uno con Dios. Ese conocimiento se denomina iluminación.

Nuestro Ángel Guardián bendice todo lo que hacemos para cuidar de nuestro bienestar espiritual. Podría tratarse de una práctica espiritual exigente que nos dé paz o serenidad; podría ser algo tan simple como animarnos a ir a la plaza y jugar al disco volador. La diversión y el juego infantiles pueden ser tan satisfactorios para el alma como horas de meditación o de terapias de autoayuda.

Podemos recurrir a estos Guardianes en busca de guía y ayuda siempre que estemos estancados o bloqueados en nuestra vida. Nos aman y quieren incondicionalmente. Su ayuda está disponible en cualquier momento en que nos abramos a aceptar sus presencia Divina.

Príncipes Angélicos:

Los Príncipes Angélicos son los protectores, ayudantes y guías de las razas, naciones y ciudades. De ellos se dice en la Biblia que tenían una influencia fuerte y poderosa sobre el destino de grandes masas de gente. Representan el espíritu colectivo de diferentes tipos de humanidad y su presencia combinada equivale al espíritu de un lugar. Una cita adorable que describe bien al Príncipe Angélico es una línea del poema Ángeles rodeados por Paysan, de Wallace Stevens:

Sin embargo, soy el necesario ángel de la tierra,
Dado que, en mi vista, ves de nuevo la tierra…

Los Príncipes Angélicos ayudan a la humanidad otorgando bendiciones y guía siempre que esté implicado el bienestar de las naciones. Estos espíritus están para ayudar a la humanidad a resolver esos asuntos fundamentales que influencian el destino de las multitudes. Los Príncipes Angélicos tratan de relacionar las decisiones de los gobernantes con los conceptos universales de verdad y justicia.

A través de las cuatro funciones psicológicas que componen la mente consciente: pensamiento, sentimiento, sensación, e intuición, se relacionan directamente con nosotros y con nuestras vidas. Se centran en los aspectos  psicológicos del mundo tridimensional y pueden ayudarnos a comprender la esencia de nuestras situaciones.

El Cielo de la Creación:

Es el segundo nivel de los reinos celestiales. Podemos conectarnos con su energía altamente delicada para iluminar nuestras relaciones personales. Los ángeles de este reino son conocidos por sus nombre específicos de Poderes, Virtudes y Dominaciones. Todos ellos nos ayudan a amarnos y entendernos unos a otros.

Muchísimas personas encuentran las relaciones trabajosas y estresantes. Los ángeles del Cielo de la Creación ayudan a volverlas más fáciles, de modo que tengamos significado e intimidad en nuestras vidas. Los ángeles tratan de enseñarnos a querernos unos a otros lo mejor que podamos. Dentro de cada uno de nosotros se halla el corazón de un ángel. Los ángeles del Cielo de la Creación nos proporcionan las herramientas que necesitamos para hacer que nuestras relaciones funcionen. Están siempre tratando de mostrarnos medios saludables e integrales que nos permitan florecer como espíritus libres y creativos.

Es en las relaciones donde tenemos la oportunidad de conocernos a nosotros mismos. Nos ayudan a aceptar nuestras limitaciones, expandir nuestros horizontes y desarrollar nuestras fortalezas. Contienen dentro de ellos los espejos que concuerdan con nuestras almas. Nos ayudan a identificar nuestra propia valía, nuestra capacidad de amor, placer y humor. Nos instruyen sobre nuestra integridad.

Los Poderes:

Los ángeles protectores y guías conocidos como los Poderes son aquellos que específicamente nos ofrecen paz, armonía y serenidad. Su función celestial es la de proteger nuestras almas, que medran mejor en una atmósfera de tranquilidad y paz. Cuando buscamos una vida pacífica, los ángeles nos ayudan a transformar en serenidad el tumulto emocional de nuestras vidas. Saben que somos más felices y más sanos cuando buscamos la paz en nosotros mismos y en nuestro mundo. Tenemos entonces la oportunidad de medrar emocionalmente y convertirnos en individuos creativos. Tienen absolutamente claro, no obstante, que es cosa de nuestro libre albedrío desear este modo de vida. Nunca se nos imponen, sino que permiten a nuestra libre elección florecer y brotar conforme evolucionamos desde la lucha y la supervivencia hasta convertirnos en humanos completos e integrados.

Cuando elegimos la paz, los Poderes nos ayudan a liberar de nuestras vidas cualquier cosa que sea conflictiva y dramática. Nos ayudan a encontrar modos pacíficos y delicados de que nuestras almas medren y prosperen de manera que, al final, podamos ser felices.

Las Virtudes:

Las Virtudes nos enseñan el amor de la libertad y la santidad de la fe. Su función celestial es la de transformar nuestros pensamientos en materia. Son el eslabón esencial en el proceso que llamamos manifestación. Esto significa que lo que queremos y deseamos puede ser transformado en realidad material por nuestra firme intención de crearlo. A fin de que una cosa deseada se manifieste en nuestra existencia diaria, hemos de tener la fe de que nos es posible tener lo que queremos.

Cuando aceptamos que algo puede volverse una posibilidad real para nosotros, y nos desprendemos de la idea de ello y confiamos con todo nuestro corazón, entonces, si es para nuestro bien más elevado y nuestro más grande gozo, entrará en nuestras vidas. Las Virtudes ayudan durante el proceso de manifestación por transformar nuestros sueños en realidad. Nos enseñan que somos libres de desear cualquier cosa que creamos que nos dará felicidad y placer. Ayudan a que nuestras vidas se desenvuelvan en las formas que nos gustaría. Nos recuerdan lo importante que es confiar en lo positivo y ser creativos en nuestro pensamiento.

Nos traen las lecciones de la libertad, la confianza y la fe. Es su guía a lo largo de los tiempos duros y difíciles lo que nos sostiene. Nos ayudan a valorar y querer estas cualidades, pues saben que algo que no las incorpore no es verdaderamente posible en términos de una manifestación real y duradera.

Somos la libertad misma, y, sin embargo, muchas de nuestras relaciones son expresiones de codependencia más que de nuestro sí libre  y más evolucionado. Conforme crecemos, se requiere confianza en el proceso de la vida misma para saber que estamos avanzando hacia la luz  y hacia nuestra propia individualización. La fe es la cualidad más esencial para saber que todo es posible y que estamos verdaderamente protegidos y guiados.

Las Dominaciones:

Las Dominaciones ofrecen a la humanidad la cualidad de la misericordia. Nos ayudan a reconciliar nuestro pasado y a encontrar el perdón en nuestros corazones. También nos traen el don de la sabiduría, capacitándonos para vivir en un estado de gracia. Nos ayudan a estar más plenamente en el presente, liberando la pesada energía de recriminaciones pasadas, que pueden pesar grandemente en nuestros espíritus y detener nuestra fuerza creativa.

Las Dominaciones son ángeles de gran luz y sensibilidad. Saben que a menudo, para la mayoría de nosotros, el perdón es una de las cosas más difíciles de pedirnos. Cuando ha habido un gran sufrimiento, a veces durante generaciones, el odio y el dolor están enraizados en nosotros. Estos espíritus divinos nos incitan delicadamente, una y otra vez, a soltar el yugo de nuestra negatividad. Alivian amorosamente el peso de nuestro sufrimiento y hacen que nos sea posible abandonar el pasado y vivir más plenamente en el momento.

El Cielo del Paraíso:

Es el nivel que se halla más próximo a la Presencia Divina. es aquí donde sometemos nuestro ego al amor incondicional de Dios y de Sus ángeles. Nuestras almas hallan aquí su hogar, sintonizadas con la sabiduría y el amor Divinos. Es dentro de este reino donde vivimos desde la realidad de nuestros corazones, y que no hay separación entre nuestra voluntad y la voluntad de Dios.

El Cielo del Paraíso es el reino de la bienaventuranza  y el gozo puro. es donde la creación sucede sin esfuerzo, y donde nuestras experiencias humanas son armoniosas y completas. No existe aquí confusión o necesidad de supervivencia, pues el espíritu ha trascendido las disputas terrenas.

Es en este Cielo donde se materializan nuestros sueños, pues éste es el reino de los milagros. Aquí la creatividad está manifestando perpetuamente el poder y la gloria de la Divinidad. Los ángeles de este cielo nos ofrecen los mayores dones de amor y sabiduría. Cuando abrimos nuestros corazones nos vemos inundados por el gozo del amor de Dios por nosotros, y nos sintonizamos para ser cocreadores con la Fuente. A este nivel operamos conjuntamente con los ángeles.

Los tres tipos de ángel del Cielo del Paraíso son los Serafines, los Querubines y los Ofanines, más conocidos como los Tronos, pues son los que más próximos se sientan junto al Trono de la Divinidad.

Serafines:

Los Serafines están asociados con la esencia misma de la creación. Ellos, en su luz, son los creadores de los milagros. Transmiten la energía de Dios para crear la sustancia elemental de la cual es formada la vida, y que penetra todo el universo. Son conocidos como los Ángeles del milagro del amor. Nos ofrecen eternamente un amor incondicional. Alientan y apoyan nuestra evolución espiritual hasta el grado más elevado, hasta que somos uno con el espíritu creativo de la Fuente.

Representan el espíritu de magnificencia que conocemos como el amor incondicional y eternamente duradero. Somos testigos de ello en cada acto de creación. Es algo que inunda el universo con su poder mismo. Es a través de los Serafines como llegamos a conectarnos con este amor y a reconocer su esplendor.

Los Serafines ofrecen a quienes buscamos este bienaventurado estado de unidad con la Fuente, modos de refinar y sintonizar nuestras vibraciones con los niveles más elevados de conciencia. Pueden, por ejemplo, traernos el milagro de instructores o maestros especiales, tanto físicos como no físicos. Estos instructores son ellos mismos seres que han entrado en contacto con la Luz y que, a través de diversos medios de purificación, han quemado la escoria de su negatividad, sometiéndose a la unidad de la vida.

Los Serafines nos recuerdan constantemente el milagro del amor, y de cómo somos renovados y transformados plenamente por esta portentosa energía. Nos ayudan a curar el dolor de toda separación y pérdida, a caer en la cuenta de que el amor es eterno y absolutamente indivisible.

Querubines:

Los Querubines guardan la entrada al Paraíso. Son los portadores de la sabiduría final de este universo. Ayudan a todos los que están asociados con a sabiduría, y ofrecen fuerza a todos los que están sintonizados con la palabra de Dios. Llenan el universo con la sabiduría de Dios. Cuando estamos sintonizados con la vibración de su amor experimentamos las profundidades de conocimiento de nuestro interior. Éste es un reflejo claro y directo de la sabiduría que canalizan hacia nosotros, en su esperanza de que conoceremos a Dios y comprenderemos la magnitud del amor incondicional que vive dentro de nosotros.

Los Querubines nos ofrecen su conciencia, clara como el cristal, de la unidad de toda vida. Son los mensajeros de Dios, compartiendo su plenitud de amor y conocimiento. Nos ofrecen la posibilidad de conocer los misterios de la vida a través de la transmutación del conocimiento en sabiduría. No son el niño pequeño y gordinflón tan a menudo pintado en el arte angélico, sino más bien la pureza de espíritu encarnada en los chiquitines que se saben a salvo y profundamente amados.

Tronos:

Los Tronos son la forma angélica más próxima a la Fuente Divina misma. Existen más allá de la forma, y, sin embargo, su función angélica es la de transformar los pensamientos en materia. Existen al nivel del pensamiento puro y son los conductores de la vibración del amor de Dios hacia la forma material.

Actúan como los Ojos de Dios y asumen la forma de corrientes arremolinadas de luz coloreada. Transmiten el poder y la gloria de la Fuente a todo lo largo del universo, ofreciendo un constante rayo de luz que nos permita manifestar este amor en nuestras vidas. Cuando liberamos nuestras mentes y experimentamos abiertamente el momento, estamos viendo la gloria y el esplendor de la creación tal como se pretendía. Es entonces cuando los Tronos nos transportan a los reinos de la bienaventuranza.

Existen en el momento siempre presente, y conforme progresamos más allá de nuestra identificación superficial   -quien creemos ser- y comenzamos a vivir como cocreadores del universo junto con la Fuente, descubrimos que existimos más completamente en el presente. De este modo somos atraídos a los reinos de la creatividad, el amor y la sabiduría, que son tan profundos que podemos ser incapaces de dar descripciones con sentido de nuestras experiencias.

Éste es el Cielo del paraíso, del que poetas y místicos han hablado a lo largo de las épocas. Todo lo que requiere de nosotros es que dejemos caer nuestros egos y vivamos abierta y confiadamente en el momento siempre presente, libres de las ilusiones que incapacitan y atrofian a nuestros espíritus. Con la ayuda de los ángeles somos todos capaces de vivir tal como se pretendía, en gozo, en bienaventuranza y con el conocimiento de que somos verdaderamente amados y queridos.

El reino de los Tronos es el nivel más elevado al que pueden ascender los ángeles. Dan «alabanzas y gracias interminables» a la Fuente, sabiendo que este amor y misericordia perdurarán en la eternidad.

Del libro: «El Oráculo de los Ángeles» de  Ambika Wauters

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