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Morfopsicología del rostro

Morfopsicología
La cara es el espejo del alma. Y no se trata sólo de una frase hecha. Para La morfopsicología, el rostro es la mejor herramienta tanto para conocer a los otros como a nosotros mismos.
Araceli Herrero

El lenguaje del rostro

Tener la cara redonda o cuadrada, las cejas más o menos pobladas, los ojos juntos o separados no es algo que determine únicarnente la identidad o la belleza de nuestro rostro, sino que, según la morfopsicología, también dice mucho de nuestro carácter. Con menos de un siglo de existencia, esta disciplina permite, a través del estudio de la forma y de los rasgos faciales, conocer mejor nuestra personalidad y la de los otros.

Nos descubre cuáles son las aptitudes y cualidades de cada uno, y cuáles es conveniente potenciar. Y lo hace desde una perspectiva positiva y con el objetivo de comprender, no de juzgar.

Como señala Benoit Corman, morfopsicólogo y profesor de esta disciplina, «la morfopsicología es una herramienta de comprensión, de cómo funcionamos y de qué es lo que motiva nuestro comportamiento. Nos permite entender por qué nos parecen difíciles ciertos aspectos de la vida e identificar en qué tipo de entornos y de actividades nos sentimos cómodos, y así aprovechar mejor nuestro potencial».

La importancia del rostro

Pero ¿por qué el rostro? ¿Qué tiene el que no tengan otras partes del cuerpo?

Benoit Corman nos de la respuesta: «La cara presenta varias ventajas a la hora de estudiar al ser humano. En nuestro rostro se ubican cuatro de nuestros cinco sentidos. Nuestros ojos, nuestra nariz y nuestra boca nos facilitan informaciones únicas y valiosas de cómo percibimos e interactuamos con el mundo.

Nuestros receptores sensoriales son las puertas de entrada y de salida entre nuestro mundo interior y nuestro entorno. Además, como el rostro suele estar siempre al descubierto, resulta la parte más conocida y socialmente aceptada para observar a un ser humano».

A esto hay que añadir que diversos estudios han demostrado que el cerebro y la cara están estrechamente interconectados. Por ejemplo, si ponemos cara de alegría, nuestro cerebro percibe una sensación de alegría; en cambio, si la ponemos de asco, lo que percibe es asco.

Pero la morfopsicología -a diferencia de sus antecesoras la fisiognomía o la frenología- no se limita a estudiar la forma del rostro en un momento concreto, sino que analiza también cómo éste evoluciona y se transforma con el tiempo y cuáles son las fuerzas en movimiento que lo moldean. Y es que nuestro rostro va cambiando con los años y en él va quedando la huella de nuestras vivencias.

Basta con pensar en cómo las formas redondeadas del inocente rostro de un bebe se van alargando progresivamente durante la infancia y la adolescencia, hasta llegar al rostro del anciano, en el que lo que predomina, junto con las arrugas, es la serenidad o la amargura, según cómo haya sido la vida de cada uno. De tal manera, aunque los rasgos de nuestro rostro vienen determinados en gran medida por la herencia genética, pueden ser potenciados o inhibidos por nuestras experiencias y el entorno en el que nos desenvolvemos.

Un mundo de aplicaciones

Además de para conocernos mejor a nosotros mismos, la morfopsicología puede aplicarse en múltiples disciplinas y actividades. Por ejemplo, es una herramienta muy valiosa como complemento de diagnóstico para psicólogos, terapeutas y coachs a nivel personal, deportivo y ejecutivo…

Sirve también para ayudar a las personas a elegir su orientación escolar o profesional. Los padres y educadores pueden utilizarla para mejorar su relación con niños y adolescentes.

En una situación de crisis de pareja, ayuda a esclarecer las diferencias que crean el conflicto y a mejorar la comprensión del comportamiento del cónyuge.

En el mundo de la empresa, ayuda a los profesionales de recursos humanos en la selección de personal; a los directivos y mánagers puede servirles para aprovechar el talento de cada persona y ponerlo al servicio del equipo.

Y así, un largo etcétera.

Visión global

En cualquier caso, siempre es necesario considerar todos los rasgos del rostro en su conjunto, ya que un análisis de cada uno por separado dará lugar a muchos errores. Y es que las distintas partes del rostro están intrínsecamente relacionadas entre sí y no se puede hablar de una sin tener en cuenta las otras.

«Al igual que un buen traductor busca el sentido general de una frase para elegir la traducción exacta de una palabra, el morfopsicólogo analiza cómo las distintas partes del «puzle» interactuan, se combinan o se oponen entre ellas», explica Benoit Corman.

De hecho, esa visión de conjunto es lo que diferencia la morfopsicología de la fisiognomía, la cual buscaba la relación entre un elemento del rostro y un rasgo de carácter sin tener en cuenta la relación existente entre los diferentes elementos. Por eso, se reprocha a menudo a la fisiognomía que puede caer fácilmente en caricaturas y tópicos como, por ejemplo, concluir que el hecho de tener unos labios finos es serial de crueldad o que una frente grande es muestra de inteligencia.

Los tres pisos del rostro

A partir de este análisis global, el morfopsicólogo es capaz de deducir el funcionamiento y las aptitudes de la persona a nivel intelectual (el tipo de pensamiento y de inteligencia), afectivo (las relaciones) e instintivo (el aspecto material y físico). De hecho, se considera que el rostro está dividido en tres partes o pisos y que cada una de ellas se corresponde con uno de esos tres aspectos de la personalidad.

Según el volumen ocupado por cada piso y su nivel de armonía se puede saber en qué aspecto de su vida una persona se encuentra más a gusto y el aspecto en el cual se siente menos hábil:

  • En el piso superior esta la vida intelectual, representada por la frente, las cejas, las sienes y los ojos.
  • La parte social y afectiva, descansa en el piso medio, entorno a la nariz, los pómulos, el maxilar superior y las mejillas.
  • El piso inferior refleja, la vida instintiva, y comprende desde el espacio nasolabial hasta la barbilla.

Objeto de estudio

El análisis morfopsicológico observa y describe las distintas partes del rostro siguiendo un protocolo establecido. En líneas generales, los aspectos básicos en los que se centra el estudio son:

  • El esqueleto facial o marco óseo: representa la energía vital de cada persona.
  • El triángulo de los sentidos: es la zona comprendida por ojos, nariz y boca, y donde se establece la intercomunicación entre la persona y lo que le rodea.
  • La carne y los músculos que dan forma al rostro: ofrece información sobre la forma de adaptación al entorno.

Estudiar las asimetrías

Otra parte importante del estudio lo constituyen las asimetrías. Un ojo mas bajo que el otro, el pómulo izquierdo mas alto que el derecho. Todo ello o revela asimismo rasgos de nuestra personalidad.

El morfopsicólogo debe diagnosticar si esa asimetría ejerce un papel dinamizador o, incluso, enriquecedor en la persona o si, por el contrario, monopoliza tanta energía para ser integrada en la personalidad que el sujeto se queda sin fuerzas disponibles suficientes para funcionar de forma satisfactoria.

Benoit Corman

*NOTA: Estas deducciones psicológicas han sido realizadas en función del conjunto del rostro. Un mismo rasgo en otro rostro puede tener otro significado.

Análisis realizados por Benoit Corman.
La morfopsicología nos ayuda a aprovechar mejor nuestro potencial» (Benoit Corman).

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