Por: María A. Clavel
«Muchas personas se pierden las pequeñas alegrías mientras esperan la gran felicidad»
(P.S.Buck)
El estrés, es el resultado de la adaptación de nuestro cuerpo y nuestra mente al cambio, que exige un esfuerzo físico, psicológico y emocional. Incluso los sucesos positivos que requieren cambio, adaptación o reajuste pueden ocasionar estrés. El cambio en sí no es ninguna amenaza, y de hecho constituye el fundamento de la evolución de la humanidad; lo que sí resulta amenazante es la actual manera que nos están obligando a cambiar, con una velocidad sin precedente y con un estilo y formas que violentan lo más íntimo del ser humano, ejerciendo unos efectos devastadores sobre la confianza en las personas y en el futuro.
El estrés es tan antiguo como la humanidad misma. Constituye una reacción bioquímica y conductual que tiene su origen en la respuesta de “lucha o huida”, una expresión del instinto de conservación y supervivencia que se remonta al hombre del Paleolítico, que confrontado con un suceso amenazante reaccionaba al instante. A pesar del enorme lapso de tiempo transcurrido, el humano actual posee el mismo Sistema Nervioso Central y Endocrino que sus antepasados.
Experimentamos las mismas respuestas automáticas al estrés que ellos. No obstante, aunque ahora rara vez tenemos necesidad de luchar o huir, la situación actual de desesperanza, activa en nosotros el mismo patrón y luchamos contra la adversidad del momento con armas prehistóricas. ¿Acaso no sería interesante dejar esas «armas» y aprender nuevas estrategias y habilidades que respondan más eficazmente a nuestra realidad actual?.
Tus estados emocionales están estrechamente relacionados con la manera en que tú percibes las cosas, en la opinión que tienes sobre ti y en lo que te rodea y acontece, y este es un proceso que te condiciona en el momento de actuar.
Por ejemplo si tú piensas que la crisis va a acabar con todo, tu estado emocional será más cercano al abatimiento que a la alegría resultándote muy difícil entusiasmarte para hacer alguna cosa que te pudiera interesar a priori; por el contrario si tú piensas que esta crisis está llena de oportunidades para quienes están preparados para aprovecharlas, lo más seguro es que tus estados emocionales sean de esperanza y curiosidad por comprobarlo por ti mismo y prepararte. Tanto si piensa en lo uno como en lo otro, llevas razón, porque ambas posibilidades forman parte de una misma realidad, sólo que tú eliges en cuál de ellas enfocarte.
Esta crisis nos da la posibilidad de hacer algunos ajustes en nuestra manera de vivir, es el momento de plantearse qué nos conviene desaprender para aprender algo mucho más útil para poder navegar satisfactoriamente por esta «nueva» realidad; actitudes y comportamientos que antes nos resultaba oportunos y eficaces, tal vez ahora resulten obsoletos.
Esta llamada al cambio nos genera un estrés que puede resultar altamente beneficioso si lo aprovechamos para reconducir nuestra vida y, a mi parecer, para ello considero que se requiere inicialmente actuar en estos tres puntos:
- Aprender sobre uno mismo: Eso significa conocerse un poco mejor, saber cómo haces para sentirte infeliz y desgraciado y cómo puedes hacerlo de otra manera para sentirte más fuerte y esperanzado.
- Aprender sobre el mundo que te rodea. Muéstrate curioso y cuestiona toda la información de desastre que te quieren vender los medios, trata de constatarla con la otra realidad que se oculta (ya sabes, las buenas noticias no venden) y date la oportunidad de decidir por ti mismo qué quieres «ver» de lo te hay y no de lo que quieren que veas.
- Practicar el marketing personal. Que es lo mismo que decir, sé amable contigo mismo , sonríe, habla sobre lo que tienen de positivo las situaciones adversas (siempre lo hay) y compártelo con la gente, puedes contagiarles, si el bostezo que es un mecanismo para liberar estrés es contagioso, esa actitud esperanzadora también lo es. Genera un entorno de confianza y no permitas que nadie que te llame «optimista» te robe el sentido del humor, imprescindible para incrementar estados de salud y bienestar.
En definitiva se trata de ser el dueño de dónde pones tu atención, y donde pones tu atención generas emociones del mismo sentir, y donde pones tu sentir construyes una realidad. ¿Qué realidad quieres para ti?. Tú decides.
María A. Clavel Alvaro:
Directora de L’Escola de Vida. Valencia
www.esocladevida.com