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Lifting Facial Naturopático

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Masaje Facial Japonés

Kobido significa «Antiguo Camino de la Belleza». Este masaje fue exclusivo de la familia imperial japonesa durante siglos. Es el tratamiento natural más efectivo que existe para mejorar la condición de la piel y minimizar el proceso de envejecimiento.

El resultado es una piel brillante, luminosa y fresca en un rostro sereno y radiante. Recibir regularmente sesiones de Kobido proporciona: reducción de la flacidez facial (corrigiendo pequeñas arrugas), eliminación de toxinas e impurezas, obtención de una piel radiante, regulación de la hidratación de la piel y liberación de la tensión muscular.

Kobido-Masaje Facial Japonés

Es una profunda combinación de conceptos de la medicina tradicional japonesa y de técnicas de masaje que han sido desarrollados y modificados a partir del Anma (masaje tradicional japonés) durante los últimos quinientos años. Estas técnicas terapéuticas estimulan los nervios faciales alcanzando las células de la piel; benefician y aumentan la circulación sanguínea, distribuyendo nutrientes y eliminando toxinas e impurezas.

El Kobido hunde sus raíces en la Medicina Tradicional China, cuyos orígenes se remontan a los tiempos del emperador Huan Di (2697-2597 a.C). Junto al Chi Kung, la Fitoterapia, la Moxibustión y la Acupuntura, el Anmo (o masaje) forma parte esencial de sus tratamientos.

Anmo, que significa empujar y frotar y tiene por objetivo el mantenimiento o restablecimiento de la salud, preservando constante y en equilibrio el flujo de energía (Qi) por todo el cuerpo a través de sus meridianos, que son como ríos que recorren el cuerpo transportando el Qi.

Es el equilibrio de dicho flujo el que evitará la aparición de la enfermedad y su restablecimiento ayudará al cuerpo potenciando su sistema inmunológico. Hacia el año 1300 los conocimientos de la medicina china llegaron a Japón. El Anmo (Anma en japonés) mantuvo fiel el objetivo de mantener el flujo de Qi para estimular la capacidad curativa del cuerpo. A través de los años, el Anma fue especializándose y adquiriendo características propias y distintas de las del original Anmo.

Una de las especialidades del Anmo fue el Kobido, masaje facial japonés, que se concibió no sólo como un masaje estético, sino muy ligado al concepto de salud. De ese modo, la belleza consistía en una apariencia luminosa, jovial y saludable.

Es por ello que en 1472 la Emperatriz de Japón, al solicitar sus tratamientos de belleza, requirió específicamente el masaje Kobido, convirtiéndose en un tratamiento exclusivo de la familia imperial, por lo que el Kobido es un masaje que pocos ciudadanos de Japón conocen y, aún menos, han experimentado.

Recibir regularmente sesiones de Kobido proporciona:

Reducción de la flacidez facial (corrigiendo pequeñas arrugas), eliminación de toxinas e impurezas, obtención de una piel radiante, regulación de la hidratación de la piel y liberación de la tensión muscular Reduce y corrige: del mismo modo que el ejercicio reafirma y tonifica el cuerpo, el Masaje Facial Japonés fortalece y tonifica la musculatura facial ayudando a prevenir la flacidez y las arrugas.

Elimina: el Masaje Facial Japonés aumenta la circulación de la piel, favoreciendo la eliminación de células muertas, aumentando la luminosidad y dando un aspecto saludable y una complexión de aspecto más juvenil. También incrementa el aporte de nutrientes más eficientemente, ralentizando de manera evidente los signos visibles del envejecimiento.

Ayuda: el Masaje Facial Japonés incrementa la temperatura de la piel. Ello facilita la liberación de toxinas profundamente fijadas, a las que los limpiadores no alcanzan. Al aumentar la temperatura se activa el sistema linfático, lo que le permite transportar y eliminar más eficientemente las bacterias y las toxinas de las células de la piel.

Regula: el Masaje Facial Japonés aumenta la capacidad de la piel para retener la hidratación creando una barrera emoliente contra la evaporación.

Libera: el Masaje Facial Japonés libera las contracturas del tejido muscular, permitiendo una buena irrigación sanguínea por toda la superficie del rostro. Esto aporta oxígeno y nutrientes hasta las células de la piel. Únicamente cuando la circulación sanguínea se ve mejorada las células de la piel pueden repararse y rejuvenecerse por sí mismas.

Agurtzane Calderón
Formadora de Lifting Facial Naturopático

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