En pocos procesos biológicos la naturaleza muestra de manera más poderosa toda su sabiduría y grandeza como en el embarazo y en el nacimiento.
Por esto es lamentable que desde hace décadas en muchos países se trate el embarazo como una cuestión patológica y a las embarazadas como enfermas. Millones de mujeres, cuando saben que están embarazadas, son sumergidas en una burbuja de exceso de información acerca de los riesgos del embarazo, como si su estado fuera algo que les convierte en una suma de vulnerabilidades.
Pero lo cierto es que todos los cambios provocados por el embarazo no hacen más que demostrar la enorme fuerza de la mujer y su asombrosa capacidad para sobreponerse a ellos, luchar contra los problemas y lograr traer al mundo una nueva vida.
Por eso cada vez más millones de personas se oponen a la excesiva medicalización del embarazo y el parto. Esta corriente de opinión está cada vez más extendida y se inscribe en la firme voluntad de las mujeres de nuestro tiempo de luchar por sus derechos, de ser dueñas de sí mismas y de que sus cuerpos y sus vidas no pertenezcan a otros distintos de ellas mismas.
Además de lograr una mayor libertad para la mujer, se exige un retorno a la naturaleza sin renunciar a las ventajas de la ciencia moderna, pero sí eliminando sus excesos y las intromisiones que dificultan una relación correcta de la mujer con su propio cuerpo.
Por ejemplo, en las últimas dos décadas ha habido un aumento del porcentaje de partos por cesárea que supera a lo recomendado por la OMS. En muchas ocasiones el personal médico induce a la mujer a escoger este tipo de parto por comodidad para los médicos, sin informar correctamente a la futura madre de las ventajas del parto natural.
Muchas mujeres que no están suficientemente informadas escogen la cesárea creyendo que implica menos dolor o sufrimiento cuando no tiene por qué ser así, sobre todo si no hay causas médicas objetivas que permitan sospechar que el parto natural va a complicarse o que entraña riesgos para la salud de la madre, del bebé o de ambos.
En la búsqueda por un parto más natural, se intentan reducir las causas que inducen a recurrir a una cesárea y además se intenta hacer de un modo natural. Por ejemplo, recurriendo a la versión cefálica externa cuando el bebé viene de nalgas, ya que esta postura del feto suele inducir a la cesárea.
Intentar reducir el número de intervenciones no naturales sobre la madre y el feto no es la única manera en la que se busca un embarazo y un parto mucho más natural y menos medicalizado.
Otra de las maneras de reconectar a la madre con la naturaleza es mediante una alimentación mucho más saludable y alejada de los alimentos procesados y todos aquellos que pasen por algún tipo de cadena industrial.
Durante el embarazo es esencial que la madre y el bebé eviten estar expuestos a productos químicos y agentes contaminantes. Estos pueden perjudicar el desarrollo del feto, ocasionándole enfermedades, malformaciones, alergias y demás secuelas que le queden de por vida.
Por eso están ganando terreno las terapias naturales y no invasivas, así como las dietas repletas de alimentos saludables para el embarazo, escogiendo así una nueva manera de entender nuestra relación con el entorno natural. Desde esta opción e vida es mucho más sencillo adoptar una conciencia positiva y ecológica que nos facilite el crecimiento personal.
El embarazo es una etapa óptima para lograr la mejor motivación de todas para cambiar nuestros hábitos. Una buena salud y una mejor relación con su propia naturaleza y su entorno natural, es el mejor regalo que les podemos ofrecer a nuestros hijos.